Asociación Junta Gestora de Montes
La Cuenca - Soria


Sabinares albares, testigos del pasado






Los bosques de Sabina Albar representan el 1% de las masas boscosas de la Península. Antaño cubrían grandes extensiones, pero la tala indiscriminada, las transformaciones agrícolas, y el sobrepastoreo han puesto en peligro de extinción estos bosques únicos de Europa









Los sabinares de  Juniperus thurifera  vienen recogidos en la Directiva Hábitats,(Directiva 92/43/CEE), como ecosistema de interés comunitario prioritario, cuya conservación requiere de la designación de zonas de especial conservación por parte de sus estados miembros, definidos como “Bosques de coníferas de montañas mediterráneas”



Su estado es muy aceptable dado que se encuentra totalmente integrado y adaptado al pastoreo  de ovinos que se ha venido realizado en la zona desde tiempos inmemoriales; hasta el punto de que su permanencia como sabinar puro depende de la presencia de ganado ovino en enclaves  con unas condiciones edáficas y climáticas mejores  para las quercíneas. Han llegado hasta  nuestro días formando extensas masas continuas (aspecto más destacable de este espacio  natural) gracias a la ocupación de sustratos poco aptos para la agricultura.



Las grietas y repisas de los cortados calizos umbríos de la sierra de Cabrejas son el hábitat de varias especies vegetales de alto interés biogeográfico, propias de zonas de montaña, además de ser el área de nidificación de unas cuantas aves de alto valor ecológico tales como el águila real, alimoche, búho real, buitre leonado y halcón peregrino.




Árbol emblemático de nuestras altas parameras calcáreas, puede alcanzar los 15 y aún los 20 m de altura y un diámetro de 1 m, aunque en los roquedales y lastras donde medra habitualmente logra tallas más modestas. De adulto posee hojas escamosas en ramillos de tacto áspero. Sus gálbulos o frutos son azules en la madurez y miden alrededor de 1 cm. Debe su nombre a la utilización de su resina como incienso en las ceremonias, así como por desprender un aroma inconfundible.


Es una estirpe propia de terrenos secos y de climas fríos, luminosos y continentales, adaptada a condiciones extremas y muy resistente. En la era Terciaria, en épocas de clima seco y continental, el enebral tuvo su época de mayor expansión, aunque en la actualidad su área es muy reducida y solamente se recupera en ciertas regiones interiores castellanas, donde ocupa como pionera los campos abandonados.

En España hay unas 125.000 ha de esta especie, sobresaliendo con mucho Castilla y León, donde se encuentran las mayores y mejor conservadas formaciones de Juniperus thurifera del mundo, con los ejemplares de mayor tamaño y desarrollo. Se extienden por los terrenos calcáreos de altas parameras de 800 a 1.200 m de altitud en clima fuertemente continental y seco, frío en invierno y caluroso en verano. Las mayores formaciones (enebrales, nebredas o sabinares) se encuentran en las provincias de Soria, Burgos y Segovia, y en menor medida en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica en León , y Palencia, desde Velilla de Carrión a Cervera de Pisuerga.


Mapa del sabinar de la Sierra de Cabrejas

Destaca en primer lugar la provincia de Soria con extensas masas repartidas por las parameras calizas y venteadas: es el caso del imponente Enebral de Calatañazor, los de La Cuenca y Abejar, así como los de Muriel de la Fuente, Talveila, Río Lobos, y Sierra de Cabrejas. También son destacados los enebrales de Cubilla a Valdemaluque, Andaluz, Bayubas de Abajo, etc. En la misma provincia, así mismo, son reseñables las manchas de Juniperus thurifera de las localidades de Quintanas Rubias de Abajo hasta las de Liceras y Torremocha de Ayllón, en las históricas tierras de Gormaz, Castillejo de Robledo, etc. Otras localidades sobresalientes son las de Chaorna y Judes, en la zona de Arcos de Jalón, en los límites con Guadalajara. En la comarca de Gormaz y Almazán es digno de citarse el extenso enebral de Matapozuelos, los Charcos y el Pontón, en las cercanías de las localidades de Morales, Aguilera y Berlanga de Duero.

Las ovejas dispersan las semillas en sus excrementos y consumen con mayor avidez las plántulas de encinas y quejigos, por lo que favorecen indirectamente a la cupresácea, cuyos brinzales presentan unas acículas cortas, rígidas y prolíficas en aceites resinosos, que evitan el ataque de los ungulados silvestres o domésticos.Pero en la actualidad, como el pastoreo tradicional se ha reducido de forma considerable, otras especies arbóreas han ido colonizando muchos de los sabinares, que ahora ya no se componen únicamente de sabina albar, sino de varias especies arbóreas.


Tal vez por ello es el enebral típicamente un bosque claro, de tipo parque, aclarado de forma ancestral para favorecer la producción de pasto, en donde también se encuentran plantas de sotobosque, sobre todo las aliagas (Genista scorpius), además de artos o espinos de tintes (Rhamnus saxatilis) y escaramujos (Rosa agrestis, Rosa micrantha y Rosa corymbifera).


En los montes sorianos son especialmente frecuentes las estepas negrales (Cistus laurifolius). Entre las plantas de menor talla que crecen asociadas al enebral, podemos citar numerosas aromáticas, como el espliego (Lavandula latifolia), la salvia (Salvia lavandulifolia), la ajedrea (Satureja gracilis), diversos tomillos (Thymus zygis, T. vulgaris, Thymus mastichina, y Thymus mastigophoru ), sanjuanes (Phlomis lychnitis), y zamarrillas  (Teucrium capitatum). Todas estas especies, muy visitadas por las abejas, producen mieles exquisitas. Otras especies que acompañan al enebral en terrenos pedregosos y hasta con roca son las dedaleras (Digitalis obscura), las lechetreznas (Euphorbia nicaensis).

Localmente podemos encontrar dilatados manchones de gayuba que recubren el terreno. Curiosamente, en la Edad Media se recogían como medicinales tanto la gayuba y el espliego como el aceite de enebro, empleado con frecuencia por los médicos y recogidos en las antiguas

boticas castellanas.


 Ejemplos de flora asociada


Vulneraria


Aliaga

Cabello de angel

Gayuba


Tomillo

Espino

Bardana

lechetrezna de monte

Orquídea abejorro

Jara

Dactylis hispánica

Dactylis hispánica

Escaramujo

Festuca ovina

 Candilera

Cabello de angel

Gamón


Gordolobo

Digital ó dedal

monte

Centaurea










El pastizal dominante en el enebral es de pequeña talla, formado por especies vivaces encespedantes y muy resistentes como las espiguillas rizadas o cerrillos del páramo (Festuca hystrix y Poa ligulata) y las colas de zorra (Koeleria vallesiana), que forman un tapiz corto, así como los jopillos (Dactylis hispanica) y las cabezuelas (Anthyllis vulneraria). Localmente, entre los enebros, crecen rodales de duras macollas de gramíneas altas y resistentes, como la preciosa hierba plumera (Stipa iberica) y la saeta o lastón de páramo (Stipa lagascae), dando lugar a los llamados bosques esteparios que tanto abundan en los bordes de las áreas desérticas de Asia. Los magros pastizales del enebral, si bien por el clima y el suelo no pueden llegar a cubrir éste de verde, producen, sin embargo, pastos de calidad, aptos para las ovejas de razas autóctonas, como la ojalada, la castellana y la churra.


Este hecho ha posibilitado, secularmente, un aprovechamiento mixto silvopastoral, en el que se favorece la producción de pastos al tiempo que se equilibra con la utilización de maderas y otros productos menores, al igual que en las dehesas. La leña de los enebros no puede utilizarse, pues el carbón no pesa y, además, se enciende, por lo que la presión en este campo ha recaído sobre encinas y robles, dando como resultado en muchas zonas la selección del enebral por eliminación de las fagáceas, manteniéndose luego por la presión ganadera, también selectiva. Sí se ha utilizado tradicionalmente la madera de sabina para ebanistería y construcción, para lo que se realizan ciertas operaciones tradicionales como la remonda, o poda de rama baja, para que el fuste sea recto, crezca con mayor dominancia apical y permita el crecimiento del pasto bajo la copa.


Es interesante destacar que en todo tipo de documentos, desde los latinos y medievales más antiguos hasta los actuales, los enebrales, enebrosas y nebredas de las altas parameras calizas castellanas se refieren primordialmente al enebro de incienso, es decir, a Juniperus thurifera.


Los bosques de Juniperus thurifera (sabina albar, enebro, jabina), constituyen uno de los paisajes forestales más singulares, representativos y antiguos del territorio soriano, cuya presencia probablemente se remonta hasta el Cretácico ( desde hace 145 milones de años a 66 millones de años). Abundan especialmente en las altas parameras del centro y sur de la provincia, donde se localizan algunos de los montes más extensos e interesantes de todo el país, como los de la Sierra de Cabrejas, los del Cañón del Río Lobos, el de Ciria —al pie del Moncayo— o la gran mancha sudoriental de la comarca del Jalón, compartida con Guadalajara.


La estructura, la composición y la dinámica de estas formaciones son un fiel reflejo de las difíciles condiciones de su hábitat — suelos pobres y escasos, aridez, contrastes térmicos— y de las intervenciones antrópicas. El uso tradicional dominante ha sido el pascícola, al que se ha unido la extracción de leñas y maderas útiles para la construcción de viviendas rurales y tenadas o apriscos para el ganado. Los pastores, desde antiguo, han podado las ramas para darlas de comer al ganado y para propiciar un aumento de la talla y duración del pasto bajo las copas. La consecuencia de todo ello ha sido la generalización de estructuras abiertas, con un dosel arbóreo poco denso, con individuos de portes irregulares, fustes cónicos con abundantes muñones y cicatrices de poda, y copas globosas con formas caprichosas. La composición florística es poco original. La baja cobertura del arbolado hace que predominen los mismos taxones xerófilos que podemos encontrar en el resto de las formaciones heliófilas de su entorno. Llama también la atención la escasa representación de otras especies arbóreas, desplazadas, probablemente, por las difíciles condiciones ambientales y, en el caso de las frondosas, por la mayor presión de pastoreo y carboneo.


Fuente Tierras del Cid (redibujado)


Para el futuro, se abren nuevas perspectivas. Los tremendos cambios del mundo rural soriano durante el pasado siglo y sus funestas secuelas de reducción de la actividad agropecuaria y despoblación, han generado una nueva dinámica en los sabinares, caracterizada por la rápida expansión de su área y la densificación de sus masas. Hasta ahora, la Administración ha centrado sus actuaciones en la conservación, a través de la inclusión de los montes más representativos en Espacios Protegidos.


Aún no se ha abordado la puesta en práctica de una gestión ordenada e integral. Queda pendiente rellenar ese hueco y diseñar estrategias para los nuevos tiempos que, a las acciones de protección, unan el desarrollo y aplicación de una silvopascicultura específica que sea capaz de aprovechar, además de los recursos del pasto, la potencialidad que en las mejores estaciones puede tener la producción de madera de alta calidad. Todo ello contribuiría a mejorar las precarias condiciones socioeconómicas de las áreas rurales en que se asientan estas singulares formaciones.


Para que los sabinares albares mantengan su estatus de relictos del pasado en el futuro sus usos tienen que cambiar. Ahora se extraen muy pocos pies de sabina albar para leña y construcción tradicional, y entre sus aprovechamientos forestales actuales destacan su uso cinegético, recreativo y educativo. Sin olvidar su principal función: albergar una gran diversidad de flora y fauna a través del tiempo.



PERFÍL DE LA SABINA ALBAR


  • Características: La sabina albar es una conífera longeva. Los individuos adultos presentan una altura de entre cuatro y trece metros y prolongan su vida durante más de 300 años, aunque pueden vivir más de 500 años.

  •  Reproducción: Es una especie dioica, con pies masculinos y femeninos independientes, los primeros sólo producen polen, y las segundas, unas estructuras parecidas a un fruto que en el caso de las sabinas se llaman gálbulos. Además es una especie vecera: se reproduce poco o nada durante varios años para luego concentrar la reproducción en un solo año, de forma sincrónica entre todos los individuos de la población, produciendo miles de frutos por árbol de una sola vez.

  • Distribución: Los bosques se extienden desde los Alpes italianos y franceses hasta el centro de Argelia, con una pequeña representación en la isla de Córcega (Francia). Pero el grueso de las masas de sabina se hallan situadas en la mitad este de España y en el norte de Marruecos.
  •  HábitatJuniperus thurifera ocupa, por regla general, espacios de montaña, en un rango altitudinal que abarca desde los excepcionales 140 metros de algunas localidades españolas a los 3.400 metros del Alto Atlas marroquí.

  • Tipos: Desde una perspectiva fitoecológica es posible distinguir cuatro tipos básicos de sabinares: sabinares de páramos, sabinares termófilos, sabinares acidófilos y sabinares cantábricos.

  • Amenazas: La ausencia de ganadería extensiva, la presencia de especies competidoras, la difícil regeneración natural y sexual, y su lento crecimiento destacan entre sus principales amenazas.



 

Bibliografia








      Libro: V Congreso Forestal Español Autores: García, M.D.. De Peña Villarroya, M. De Pedro, R, Verde, N